CAP 11: EN TU PUNTO DEL SAL

 ¡Benditos los ojos! Si la última vez que te vi había pasado mucho tiempo desde la anterior visita, ahora ya, ¿qué ha pasado? Una eternidad, me parece...

Y bien, ¿qué te trae por aquí, Luan? Algo ha cambiado en tu cara, chica, y no es que ahora tengas más arruguitas... Te veo genial, pero genial de verdad. Parece que irradias una luz diferente. Te confieso que me tienes sorprendido... pero me alegra esa nueva cara, Luan, me alegra muchísimo.

Deja que te explore. Tu búsqueda incansable por ese amor inalcanzable se ha terminado. ¿Lo conseguiste? ¿Es eso?

 No, es otra cosa.

No te rías de mí, chica. No me resulta fácil adivinar lo que hay tras tu plácida expresión, porque no estoy nada acostumbrado a ella. Cada vez que tu corazón ha latido de amor y cada vez que te he visto feliz por ello, a la vuelta de la sístole se entreveía la catástrofe que supondría. Ahora no percibo eso, pero tampoco observo que la imagen de alguna ilusión nueva se haya colado en tu cerebro. ¡Me tienes en ascuas, mujer!

Está bien. Voy a hacer lo que me dices y me siento frente a ti en el suelo. Te veo. Sonríes tranquila y me miras, te miras, con un cariño que nunca antes te habías dedicado. Te gusta lo que ves reflejado en éste, tu espejo, tanto por fuera como por dentro. Noto tu paz. ¡¡Es eso!! Es tu paz lo que te veo diferente. Ésa es la paz de quien  ha llegado a conocer de verdad es verdadero amor. 

¡Oh, Luan, cuánto bien existe en esa revelación! Seguramente lo has escuchado toda la vida, pero las palabras resonaban como moscas zumbando en tus orejas. Ahora, si saber cómo sucedió, ni en qué momento exacto, eres plenamente consciente de que el amor verdadero es el que tú sientes por ti misma.

Sé que te gustaría poder hacer una lista con los pasos a seguir para conseguir lo que tú has conseguido, tal vez, para ayudar a que otros lo consigan de una forma más rápida, sin tanto sufrimiento como has experimentado tú. Pero estás acertada al pensar que cada cuál debe recorrer su camino hasta llegar a la clarividencia de la que ahora estás en posesión.

Es como un sueño del que no recuerdas mucho, pero del que te queda la esencia, ¿verdad? Es un regalo para ti, no trates de que lo sea para nadie más. Solo disfrútalo, porque esta vez, esta vez no se disipará con los días. Esto a lo que has llegado es para siempre.

Te sientes libre porque ya no importa quién te acompañe en el camino, ni siquiera importa si alguien te acompaña. Tú nunca te sientes ya sola porque tu felicidad no depende del acompañamiento de otro. Y eres, a la vez, capaz de gozar de los tramos en los que compartes tus pasos. Pero el apego no te lastra. No como antes. Sigues dándole importancia a tus relaciones, pero la justa. No depositas tu felicidad en la tarea pendiente de nadie. Y no te causa esfuerzo hacerlo. 

Te preguntas por qué ahora lo ves así y antes no podías hacerlo. Supongo que para llegar a tener claro todo esto has debido pasar por un proceso. Tal vez ahora ni te das cuenta de cómo ha sido, pero lo has hecho. Tal vez, al principio, empezó siendo tortuoso, un duelo. Pero el día que llegaste al límite y cerraste para siempre la puerta de tu casa a Jack, comenzó la senda que te ha traído esta felicidad sin peros que es la que me muestras hoy. 

Sé que te costó, y debiste llorar mucho, me lo imagino. Como imagino lo que le habrás echado de menos. Seguramente, conociéndote como te conozco, seguiste un poco más queriendo tapar ese agujero con nuevas ilusiones que tampoco funcionaron. Seguramente tu lista de desencantos tuvo que aumentar un poco más para, finalmente, llegar a no desear seguir intentándolo. ¿Fue así?


Seguramente, habrás pensado en alguna ocasión que llegar a donde estás ahora es fruto de la resignación o de haber tirado la toalla. Tal vez, has pensado en algún momento que te has conformado con estar sola y lo has disfrazado de elección personal. 

Mira, Luan, es posible que haya sido así durante algún tiempo, pero sea como sea, ahora ya no lo es. Resulta que ahora creer que es tu elección vivir la vida como la estás viviendo no es un disfraz. Cuando me miras, cuando te miras, no ves un deseo oculto de tener lo que no tienes. Realmente sientes que no te sobra ni te falta nada. Vaya, vaya, Luan, ¡estás en tu punto del sal!

¿Qué te dicen tus amistades, Luan? Sí, ya me imagino... Seguro que está quien tras alegrarse de verte tan bien, te dice que seguro que ahora que ya no persigues es amor, te llega sin más. ¿A que sí? Es posible que sea así, pero, Luan, también es posible que no aparezca nadie. Me emociona ver tu interior contestándome. Tienes claro que ni lo uno ni lo otro son posibles que te condicionen. Solo te preocupa tratarte bien a ti misma. Has visto que todo el amor que te quemaba dentro y que debías entregar tiene un receptor que eres tú misma. Y qué bonito lo haces, Luan. Al quererte, quieres sin condiciones al mismísimo Universo. 

Eres muy hermosa, Luan. Tu energía tiene el color de la jacaranda florecida. ¿Sabes lo que más me gusta de la jacaranda? Que cuando las flores caen forman una alfombra preciosa en el suelo. Te veo en ese paseo surcado por jacarandas a ambos lados del sendero y a ti en medio del camino rodeada por el malva de las flores que aún prenden en los árboles y del violeta que tapiza el piso. Te veo con esta sonrisa que ahora me estás mostrando, con tu paz, Luan, por fin, tu paz. 



CAP 10: ESE VASO NO SE LLENA SI NO VUELVES A QUERER

Creía que estabas enfadada conmigo, Luan. Hace ya mucho que echaba de menos verte en mí, que un espejo no es espejo si no tiene nada que reflejar... A ver, déjame mirar... ¿Qué me cuentan tus ojos?
O no has tenido nada que decir en todo este tiempo, o demasiado que no te atreves ni a contar, y algo me dice, por lo que ya te conozco, que seguramente será la segunda opción, porque, hija mía, tú, aunque no salieras de entre las cuatro paredes de tu casa, tendrías vida que contar...

Déjame mirar... ¿qué tal tus incursiones en internet? Comprendo, esa sonrisita de labio torcido es que más de lo mismo, ¿no? Bueno, al menos te veo divertida. Me parece que después de muchas teclas aporreadas, le has pillado el truco a eso, ¿eh? Tus elecciones son cada vez mejores, aunque eso sí, no deja de ser solo para pasar el rato. Demasiadas mochilas en las espaldas de todos los que contactan contigo, incluso la que tú llevas en tu propia espalda. Nadie quiere complicarse la vida y profundizar en una relación lo es. Es la complicación de las complicaciones. Bueno, como tú eres de las que, al final, siempre le sacas la parte práctica a tus historias, está claro que tu experiencia te ha enseñado a ir simplificando más en todo, y en esto, por supuesto que también. No vale la pena gastar esfuerzos en cambiar lo que no se puede cambiar, pero aprovechar lo bueno del asunto es un arte que ya veo que comienzas a aprender...

Pero hay más, ¿verdad? ¡No! ¡No me lo puedo creer! Ni yo, que estoy acostumbrado a ver cómo repites las mismas solemnes tonterías siempre, me puedo creer que otra vez tus latidos se aceleran por "él". ¡Joder, Luan! ¿Es que no vas a cansarte nunca de acabar en el fango? Sí, sí, ya lo sé, lo de siempre, que lo quieres... No sé ya ni qué decirte. Ahora entiendo que no hayas venido a contarme. En el fondo estás avergonzada por volver a caer, porque es eso, ¿no? Has vuelto a caer en sus redes. Te has dejado embaucar porque ha llamado a tu puerta con la mejor de sus sonrisas. Perdona, me has enfadado... No tengo color, pero si lo tuviera verías un rojo fuego de inmenso cabreo y rabia. 
Aunque tranquila, dame un minuto para que me calme... 

Ya sé que es difícil dejar de creer que esta vez será diferente. Que tal vez has dejado de ser el repuesto, y por fin él será capaz de valorarte y ponerte en el lugar que te corresponde. Es muy difícil porque llevas amando esa idea demasiados años, y demasiados años amándolo a él. No puedo animrte a tener esa confianza, ya lo sabes. Soy la parte de ti que te lo va a cuestionar siempre todo y la que te va a mantener alerta. Una ingrata misión, ésa es la verdad, pero no te puedo dejar soñar, sin avisarte una vez más que solo es un sueño.

Mira, ahora que por fin me dejas mirar, veo ese "te quiero" que tanto tiempo has deseado escuchar. ¿Lo crees sincero? ¿O piensas que es solo la última estratégica artimaña para ganarte de nuevo? Has dudado, lo escucho en tus latidos arrítmicos. Y también veo que has claudicado porque nada indica que otro no vaya a mentirte para ganarse una noche en tu cama. Al menos con él has compartido amor, como poco, el que salía de tu parte, claro... Y necesitas amar, lo sé. Todo eso que llevas en el corazón te lo va  a hacer explotar si no lo entregas. Y piensas que mejor a él que a un viajante que va de paso. Al menos, él siempre regresa. Supones que algo de verdad hay en ese cariño que hoy te regala, porque, ¿qué sentido tendría volver, si tan pesada le resultabas, si tanto agobio le supusiste?

Bueno, al menos, esta vez lo has escuchado claro, y hasta lo ha repetido: Te quiere. Pero procura no despegar los pies del suelo. Te quiere, pero nunca te dará lo que tu quieres. Tal vez pueda admitir que te quiere, pero a su manera, ya lo sabes. Nunca va a darte un proyecto de vida juntos, tan solo momentos, como ha sido durante los veinte años que dura ya este juego. 

Pérdoname, Luan, no quería ser duro contigo. No mereces que te riña tanto por tener esos hermosos sentimientos. No eres tú la que comete el error, es él quien se equivoca en no desear tenerte a su lado todos los días de su vida. No quiero que te vuelva a hacer daño, que de la última, no levantaste cabeza en meses, pero no voy a azotar más tu conciencia. Disfruta del momento dulce que estás viviendo ahora. Procura ser asertiva, pero prométeme que le dirás la verdad de lo que deseas. Que no se olvide que aunque aceptas su cariño, de la forma en la que él puede dártelo, tú siempre anhelarás que fuera de otra forma y que lo tenga en cuenta siempre antes de hacerte daño. No dejes que sus palabras se las lleve el viento. Estás notando cambios agradables en sus intenciones. Pequeños logros o avances, según quieres verlo, pero date un breve espacio de tiempo para ver hechas realiad esas intenciones. Si no, por favor, no sigas. Tienes derecho a los abrazos y caricias que te está ofreciendo ahora. Tienes derecho a cada uno de esos besos apasionados, tienes derecho a toda esa ternura con la que te está inundando el alma. Pero, no olvides tus mínimos. Si vuelves a intuir si quiera que no eres su primera elección, vete. No dejes que te relegue nunca más. ¿Me oyes? Sé prudente Luan,  y no cierres ninguna de las demás puertas que tienes abiertas. Nunca se sabe si alguna de ellas te llevará a donde realmente debes estar.

CAP 9: CIBERLUAN: BUSCANDO LA AGUJA...



Ahí está de nuevo, tras la última aventura fallida, delante de su espejo. Tras pasar el último día narcotizada por una sobredosis de hidratos de carbono y grasas en sus distintas insanas variantes, viajando al reino de Morfeo y volviendo de él solo para lamentar haber despertado, por fin se decide a enfrentarse a sus confesiones con quien siempre la escucha pacientemente y después contesta de manera implacable, sin discreción, ni tacto alguno.  Ahí está, preparada para lamer una hora más sus heridas, pero convencida de que ni un segundo más le dará de tregua a su auto compasión. ¿Para qué? Eso, ya lo sabe, no sirve para nada, aunque a ratos sea un ejercicio necesario solo para quemarse del todo y renacer de las cenizas.

En fin, desde luego no se puede decir que no lo esté intentando, si de algo está segura es que,  a pesar de que muchas veces crea firmemente que nada sacará en claro del sexo opuesto, lo sigue intentando. Supone que es el empuje de la naturaleza, y a veces quisiera que no existiera en ella más esperanza, pero ahí está, cada vez menos inocente, cada vez más escarmentada pero al pie del cañón, sin dejar de intentar aprovechar las que cree oportunidades de conocer  a un hombre que valga la pena.  Además, después de una nueva oportunidad que ahora casi ni cree haber dado a su relación con Jack, y nuevamente decepcionada, necesitaba ocupar su tiempo estival con otros pensamientos, que cualquier cosa era mejor que dedicarle a él alguno de sus pensamientos, vaya, no quería ni pensar en él para acordarse de lo cabrón que es. Y ya se sabe que lo mejor para no pensar en alguien es estar ocupado pensando en otro.

En vista de que la forma tradicional de conocer chicos y ligar está un poco difícil, básicamente por las
pocas ocasiones que tiene de salir de copas, darse un baile y demás, Luan, a pesar de su desastrosa experiencia previa en las páginas de citas por internet, y a pesar de jurar que mucho debería de ser el aburrimiento para volverlo a intentar, ahí está, abriendo una cuenta otra vez y aunque no ha durado nunca en ellas ni tres cuartos de hora por lo que ve inmediatamente que se mueve en la red, esta vez, se ha impuesto no borrarse en todo el verano pase lo que pase, que tiene claro que será como encontrar una aguja en un pajar, pero, por la misma razón, ha de perseverar y creer que la aguja está.

Bueno,  primera confesión: algo bueno está consiguiendo esta vez en el proceso de búsqueda, le resulta terapéutico. Eso de bloquear a diestro y siniestro a todo aquel maromo que le entra que no cumple con el mínimo de sus pretensiones, le está sirviendo como un saco de boxeo donde descargar,  y si además se siente inspirada y alguno le suelta algún comentario poco adecuado, ella saca toda su acidez contestando de la manera más hiriente, aunque, eso sí, con arte, que hay que dejar claro que la inteligencia hay que demostrarla hasta para insultar a los bárbaros. Hasta ahora, ha leído la cartilla sin reparos a tíos casados que tratan de engañar a sus mujeres y a niñatos que piensan que pueden resultar atractivos a una mujer hecha y derecha que podría ser la madre de mucho de ellos; ha ridiculizado a tíos cuya tarjeta de presentación es la medida de su pene y ha mandado al carajo a los muchos que van presentándose con la imagen de otro, que, como ella dice, ¿qué se creen, que poniendo ese cebo las mujeres van a picar? Pues desde luego Luan no está dispuesta a caer en la red de ningún mentiroso, y esto es lo que son los que se esconden tras una falsa fotografía, mentirosos y, para más inri, inseguros. Ahora sonríe al recordar al último infeliz que tenía una imagen falsa en su perfil. Cuando lo confesó y le manda la foto auténtica, resultó que a ella no le desagradó, pero era tarde, no admitió más conversación con él, porque ya le había mostrado que era un embustero. Se lo hizo saber y pudo imaginar como el capullo se arrepentía tras la pantallita del teléfono.  De nada sirvieron las súplicas, ni las disculpas, ni las veces que aseguró que era un buen chico. Ella se mantuvo firme en su norma no escrita y sintió la satisfacción de decir NO. 

Sí, ha de reconocer que si bien no ha encontrado al hombre ideal, la experiencia  digital le está sirviendo para hacerse fuerte en sus convicciones y esto es importante sobre todo para mantenerse en su decisión de no volver a querer saber nunca más nada de Jack.  Por
más que a veces sienta el deseo y sepa que, como a él realmente no le importan sus sentimientos, no le resultaría difícil volver a lo de siempre, cada vez está más lejos la tentación de coger el teléfono y tratar de arreglar las cosas, de la única manera en que podrían arreglarse, olvidando el daño que él le ha hecho, obviándolo o lo que es lo mismo, aguantando la humillación y dándole una razón que jamás ha tenido. Supone que él espera que esto ocurra, pues era evidente lo enganchada que siempre ha estado a él, pero Luan dejó de fumar hace más de ocho años, y lo hizo de un día para otro, a pesar de haber estado enganchada al tabaco, por tanto, sabe bien que la ansiedad es cuestión de un momento, un momento que se pasa si sencillamente te paras a respirar profunda y lentamente mientras piensas en lo malo que dejarse llevar por la tentación supone en tu vida. Es una balanza demasiado descompensada ya como para que no pueda ganar su fuerza de voluntad.


Así que ella está dispuesta a respirar todas las veces que hagan falta antes de volver a coger ese teléfono y está dispuesta a dar oportunidad a esa página de contactos por más imbéciles que la puedan usar también.  De los pocos con lo que ha mantenido una conversación más allá del chat ya ha ocurrido lo que sigue:

1.
       CASO DE LA LÍNEA ERÓTICA.  Chico guapo, de su edad, simpático, separado hace unos cuantos meses y de vacaciones en el pueblo de al lado. Bueno, no va a ser el hombre de su vida, pero en realidad ella se conforma con tener a alguien con quien divertirse un rato. Parece que hay una atracción mutua y en seguida le propone quedar para saber si esa atracción se convierte en algo real cara a cara. El chico parece estar deseando conocerla y se lo muestra con mensajes cada vez más subidos de tono que acompaña con imágenes sugerentes de su propio cuerpo. Consigue encender las pasiones de Luan, que responde animada con mensajes  más prudentes, pero insinuantes, y deseando que llegue el momento del encuentro.  Pues no, no hubo encuentro y ella supo pronto que nunca hubo intención de que o hubiera.  Al ver  que el chaval no contestaba a los mensajes de ella cuando eran para preguntarle a qué hora y qué día se verían, pero contestaba inmediatamente cuando su mensaje era calentito, no le llevó mucho esfuerzo deductivo  comprender que lo único que buscaba el  chico era autosatisfacerse a costa de lo que leía en la pantalla. Luan no se cortó un pelo para acusarlo de calienta bragas, cobarde y gilipollas, cortó la conversación y lo borró de sus contactos en un cero coma dos segundos, que fue el tiempo que también necesitó para olvidarse el tipejo.

2.       CASO DEL CASADO. Aunque, por regla general, si el chico está casado o tiene pareja, ella pasa de dar algo más que las buenas noches, lo cierto es que con este tío hay un feeling especial. La ganó desde el momento en el que se declaró fan ferviente de los Beatles y porque tras dejar claro que, dada sus circunstancias, jamás habría entre ellos nada más que una amistad, él le dejó ver que estaba de acuerdo, y que su amistad ya le valía la pena. La cuestión es que casi se cumple un mes que hablan y Luan se siente agradecida por esta inopinada amistad que parece que se está fraguando, pero, en el fondo, en el fondo ella está enfadada con él, porque el hecho es que, de alguna manera, estar registrado en una página de citas ya es estar engañando a su pareja, y, por otro lado, aunque solo se proponga una amistad, será siempre una amistad condicionada a la clandestinidad. Hoy, Luan no ha querido hablar con él. Sabe bien que es el momento de poner punto y final a lo que no quiere nunca más en su vida.

3.       CASO DEL INSEGURO. Le saluda un chico que le agrada sorprendentemente. Parece que tiene los pies en la tierra, sano, de conversación agradable, nada vulgar y se preocupa por cosas que no son precisamente llevarla a la cama. Quedan para ir a la playa un día, pero la noche antes él le dice que le ha surgido un problema en el trabajo y que no va a poder quedar. Dado los antecedentes, le pregunta abiertamente si eso es una escusa y en realidad no tiene intención de quedar, como el imbécil de días anteriores. El chico le dice que no es una escusa, pero no hay manera de cuadrar el encuentro para la noche u otro día cercano. Al día siguiente el chico confiesa que no está seguro de quedar, que esto de las citas por internet, que patatín que patatán… Luan, algo harta ya de tonterías le dice que si quedar con ella le está suponiendo algún tipo de angustia,  mejor lo olvidan, que ella lo que busca es divertirse y encontrar algo de paz, no que le transmitan más zozobra. El muchacho le dice al final que lo siente, con lo que ella entiende que historia cerrada, sin embargo, el  muchacho, contra todo pronóstico, vuelve a contactar con ella un par de veces más. Se nota que Luan le está gustando, pero no sabe por qué razón, al final no se decide a conocerla en persona. Bueno, Luan se da cuenta de que tampoco quiere en su vida a alguien que se muestra tan inseguro y que buena parte de sus conversaciones son quejas sobre su vida. No ha sido desagradable con él y ha tratado de animarlo cuando se ha lamentado por esto y aquello, pero tras la última conversación, ella ha decidido que no lo quiere en su vida, así que ha cerrado ella la historia. Tiene claro que no quiere ser ni enfermera ni madre de un tío.

4.       CASO DEL YOGURÍN. Y es que hay días que Luan pasa de todo y se lía la manta a la cabeza.                                                                                                                                                             Hace   
poco quedó con un señor bastante más mayor de un grupo al que también se ha apuntado para hacer actividades en común en su zona. Todo sea por matar el aburrimiento. La cuestión es que aquel sábado no había actividad grupal propuesta, pero tanto Luan como el señor deseaban salir y disfrutar de la noche veraniega, así que acordaron salir juntos, aunque dejando claro que no era una cita sexual. Resultó una noche agradable y, por esta razón, pensó el otro día que, si había quedado con un hombre de más de diez años mayor que ella, ¿por qué no darle la oportunidad a un chico doce años menor? Sin mayor expectativa, quedó con el chaval para una copa, pero estuvo muy cómoda, demasiado… y se cumplía justo un mes de su ruptura con Jack. Combinación que, junto con los efectos del gintonic, la llevó a acceder a dar un paso más y a invitar a su cama al chico que accedió entusiasmado… Mientras la besaba y la cubría de caricias, ella solo pensaba que terminara. Y, para colmo, la estupidez del chico en su afán de que ella quedara satisfecha hizo que no manipulara bien el preservativo y se quedara dentro de ella… total: la noche acaba en urgencias pasando más bochorno que el de la ola de calor que nos asfixia en estos días, cuando tiene que dejarse hacer por una doctora y su auxiliar para extraer de su vagina el cuerpo extraño.  Tan nerviosa y avergonzada estaba que acabó con un rasguño, incómoda, dolorida y teniendo que tomar medicamentos para evitar una infección.  No, no se puede decir que fuera una buena idea, estaba claro. Ella no puede empezar la casa por el tejado y, por desgracia, su nivel de exigencia en el sexo pasa por sentir un deseo que solo lo provoca un sentimiento más profundo que el haber estado cómoda tomando una copa con alguien físicamente agradable.

Aunque lo peor, seguramente, es que inevitablemente ha vuelto a pensar en Jack, en que no le va a quedar otra que reconocer que lo echa de menos y que no sabe si, alguna vez dejará de ser así. Le parece injusto y le da rabia porque todo podría haber sido estupendo siempre si él tan solo se hubiera  puesto alguna vez en su lugar, no cree que ninguna otra mujer le vaya a dar jamás el espacio y el tipo de libertad que él necesita a cambio de lo poco que ella requería, pero él no quiso darse cuenta de que ese poco había que cuidarlo y valorarlo. Quizás ése, después de todo, era el  problema, que nunca debió pedir tan poco.

Desde ayer se ha perdido en su dolor físico, en sus emociones y en un número incontable de calorías que le pasarán factura mañana, pero esta tarde ha dicho basta y ya está delante de su espejo volviendo a recomponer su dignidad, teniendo muy claro que, en el fondo, está orgullosa de no haber aguantado más que no la respeten. Nunca más va a pedir tan poco.

El espejo está orgulloso también de Luan, le devuelve el reflejo de una mujer guapa, en forma y sexy. Le guiña y le sonríe porque, una confesión más: a pesar de todo, te sientes bien. Hoy te vas a bailar.

CAP 8: LUAN 3.0



¡Cómo no! Tarde o temprano tenías que intentarlo. Nunca te ha parecido que eso de internet fuera para ti, y menos para conocer a alguien, pero hay veces que el aburrimiento llega a ser aplastante y si las posibilidades de socializar están reducidas por lo que sea, es un camino fácil para contactar con alguien, ¿no? No es que tus expectativas sean inalcanzables, hoy te basta con encontrar una voz amable al otro lado de la pantalla que comparta un poco tu soledad y  te haga olvidar un poco la última decepción.
Tras registrarte sin mucho afán en una de las miles de páginas de contacto que existen en este cibercomercio, realizas una búsqueda entre los perfiles de otros tantos que, como tú, andan con sus particulares intenciones en la red. El proceso de descarte, que es amplio, se ve continuamente interrumpido por solicitudes que empiezan a invadirte para contactar contigo. Mirando las fotografías de esos tipos te empiezas a dar cuenta de que el mundo está lleno de desesperados y de pervertidos. Te dan pena los que van de románticos, sinceros y dispuestos a bajarte la luna por un beso; no porque no desearas que alguien se enamorara locamente de ti de esa manera, sino porque no crees  ya que haya un hombre que sienta así, y lo que es peor, tampoco crees que haya mujer que se crea a un hombre así. Te dan asco los que, se declaran en pareja, pero buscan explícitamente sexo discreto y, por desgracia, hay mucho  de esta segunda clase.
Te decantas, inocentemente a pesar de todo, por algunos que dicen buscar solo amistad, porque en realidad, lo que buscas es precisamente esto, alguien con quien quedar para ir a tomar una copa, que si estás en esa página perdiendo el tiempo no es para que todo se quede en algo virtual, que lo que quieres es salir a la calle, es vivir, pero vivir de verdad. Bueno…
Pronto te das cuenta de que los que más mienten son estos últimos, porque del “Hola, ¿qué tal?”, en seguida te están preguntando por el color y la forma de tus bragas. O mucho han cambiado las cosas entre los amigos o no van buscando precisamente amistad. En fin, después de cortarle el rollo a tres o cuatro, te empiezas a preguntar si no sería mejor ponerte a ver una película, pero también te preguntas si no serás tú la que se engaña en cuanto a tus propias intenciones. ¿Realmente estás buscando un amigo? ¿No estarás buscando lo mismo que ellos? Reconócelo, amigos ya tienes, lo que quieres es que alguien llene el gran vacío que sabes que hay ahora en tu cama. Así que, tras sincerarte contigo misma, cambias de estrategia y das una nueva oportunidad al siguiente contacto. Parece un chico guapo y simpático, vive cerca de tu casa, así que fácil para quedar con él en un momento determinado. Bien, vamos allá…
Pues tampoco chica, parece mentira, pero ni ofreciendo lo que se supone que todos esos tipos buscan, tienes suerte en este medio.
 Para no causar confusión, le hablas con total crudeza y le cuentas al tipo que no esperas más que alguien con quien poder divertirte. Alguien con quien congeniar a nivel sexual para tener buenos ratos, exentos de problemas. Confiesas que no crees que esas páginas sirvan para encontrar verdaderas relaciones y, que en todo caso, si algo así  sucediera, sería después, una vez que el contacto sea fuera de la red. El chaval, totalmente de acuerdo, comienza a hablar de sí mismo y decides que no está mal. Quiere divertirse también, tiene conversación agradable y, sobre todo, te hace reír y te enciende en algunos momentos la libido.
Le das tu teléfono y comienzas a recibir mensajes  a diario que te alegran el día, cada vez más
calentitos, te abren el apetito y realmente comienzas a contar las horas para veros en persona. Y, cuando por fin ya solo quedan un par de días para la cita que habéis programado, todo cambia de repente. Sin causa aparente desaparece del mapa. Le mandas mensajes y su falta de respuestas comienzan a hacerte pensar que algo raro está ocurriendo. Por supuesto, después de lo último que ha acontecido en tu vida, no estás dispuesta a que ningún tipo te haga daño de ninguna manera así que le envías un último mensaje poniendo punto y final a algo que ni siquiera ha empezado y muestras en él tu indignación, pues nuevamente no entiendes por qué no son claros contigo. Se suponía que iba a ser una diversión y en menos que canta un gallo ya has sentido, primero, preocupación, y segundo, enfado… No, no, no, tú no estás para eso. Así que adiós.
Entonces, ese último mensaje, recibe respuesta. El chico te cuenta que ha ocurrido algo que le tiene mal, pero no te puede dar más explicaciones. ¡Ya estamos con los misterios! Te pones en plan chula, que ya está bien de que te tomen el pelo, le dices que si hay otra que a ti te da igual, que no tiene compromiso contigo, pero que no te quieres comer marrones. Él te asegura que no es nada de eso, y entonces tu imaginación se pone en lo peor: ¿una pelea?, ¿problemas de drogas?, ¿las dos cosas? Sea lo que sea te empieza a echar para atrás, porque el chico que solo quería divertirse, comienza a desvelarse como un problema en potencia.
Sí, deberías hacer caso a tus tripas, si siempre pasa igual… Oye, pero nada, siempre aparcas las advertencias, aunque sean de luces de neón.
Llega el día. Piensas que, al menos, saldrás un rato y cenarás en algún sitio agradable… ¡¡Ja!!
Cuando toca decidir dónde iréis el chaval te cuenta que está  en paro, que no se puede permitir  salir a cenar… En fin, sabes bien lo que es eso y no vas  a ser tú la que condenes a nadie por no tener  pasta. Tampoco podéis quedar en su casa porque vive con sus padres, así que pones la cena y la casa, ¡qué le vamos a hacer!
Lo que no puedes es poner el entusiasmo además…  pero lo pones.
Intentas indicarle tu domicilio y, en vez de prestar atención, el chaval te dice que cuando esté cerca te da el toque para que lo llames (que tampoco tiene saldo en el móvil) y ya le vas diciendo. Bueno… vale… Mientras, te bajas a la calle para esperarlo. ¡Ja!
No suena el móvil, no suena, no suena… Decides llamarlo cuando calculas que debe estar cerca ya. ¡Sin cobertura o apagado! ¡Lo que faltaba! Llamas algunas veces más y, por fin, te responde, te dice que se está quedando sin batería… ¡No te lo puedes creer!
Cuando te dice por dónde, va te das cuenta de que se ha perdido, así que decides ir a buscarlo a un punto cercano conocido, le dices que se dirija hacia allí. Él va en coche, tú andando… en tacones y cuesta arriba. Es pleno invierno pero ya estás sudando y algo cabreada por lo estúpido del asunto. De pronto un coche pasa por tu lado y te das cuenta de que tiene que ser él. Él también se da cuenta, pero en vez de parar y recogerte, te pasa de largo para dar la vuelta en la rotonda que hay más arriba, dejándote a cuadros, pensando que como poco es gilipollas. No lo puedes evitar, cuando  por fin subes en su coche, lo primero que le sueltas  es que muy listo no es. ¡Menuda forma de empezar la noche!
Y, minutos más tarde, aparca el coche y os bajáis de él… Te dijo que no era muy alto, pero a ti te pareció que 1,70 tampoco estaba mal, que tampoco tú eres una farola. Pero mintió o no sabe lo que es un metro. Ya no lo tienes tan claro después del despliegue de inteligencia que ha hecho el tipo hasta el momento…
Decepcionada ya en dos de los tres puntos básicos mínimos que te atraen de un hombre: inteligencia y físico, aún le das tregua esperando que, al menos, ese punto canalla que te ha ido calentando los días previos, se ponga de manifiesto en la velada y tengas una buena noche de sexo, aunque ya tienes claro que más de una no va a haber…
Pero, qué horror de cena, ¿no?
Aquel pícaro divertido debió de ser un hermano gemelo o algo así, en frente tuya contemplas y escuchas a un triste. ¡Otro triste! Sin comerlo ni beberlo te encuentras dando consuelo al desconocido, sacando palabras de aliento para tratar de animarlo y, de camino, salvar la noche, pero la noche ya no tiene remedio, eso lo sabes muy bien. Para colmo, su torpeza va de mal  en peor. No le gusta el vino, la mejor comida para él es la comida china, desprecia  tu profesión y lo dice abiertamente y, como guinda del pastel, te dice que no hay nada que le ilusione. Literalmente te suelta: “¿Tú te crees que me hace ilusión quedar con una tía y echar un polvo?”
¡Se acabó! Aquí ya te plantas. ¿Qué coño hace entonces en tu casa? Te olvidas de tu cortesía y te plantas en jarras delante del tipo:
“Mira chaval, he aguantado tus misterios, tu falta de educación al no contestar mis mensajes, tu torpeza a la hora de quedar, tu mentira en cuanto a tu descripción física, lo patético de ni siquiera invitarme a cenar, hasta tu tristeza que amargaría a la mismísima Campanilla… pero que desprecies el sexo que supuestamente íbamos a tener, eso ya que te lo aguante otra imbécil. Si no te hace ilusión, mejor te vas de mi casa, y la próxima vez, no chatees con nadie, guapetón, que para amargarnos, cada uno tenemos lo nuestro”.
Y así terminó tu experiencia 3.0.
Seguro que hay gente que se conoce y hasta se casa con alguien que ha conocido por internet, pero está claro que tú no vas a ser una de ellas, porque de aquí a que te dé de nuevo por meterte en una página de esas, mucho aburrimiento deberás acumular.

CAP 7: ¡APRECIO!

Probablemente el espejo de Luan llevara buenas intenciones, sin embargo, la pobre Luan debería tener en cuenta que solo es un espejo, un artilugio que refleja imágenes, tal vez su alma, tal vez la parte de su ser que necesita ser analizada, consolada, aconsejada... pero, solo es un reflejo. Un reflejo que, al fin y al cabo, ella maneja a su antojo. Le dice verdades, sí, las que ella necesita escuchar en ese momento, pero no todas. Hay otras verdades que las gritan las tripas. Y esas, en muchas ocasiones, Luan no quiere escucharlas. Son las verdades que duelen, las que no se quieren admitir, las que tanto ella como su espejo distorsionan para no sufrir. Las disfraza, las aparta, las menosprecia, las ignora, pero, por las noches, aullan de manera ensordecedora y son las que no la dejan dormir. Al final, a base de llevarla a la locura que el insomnio provoca, no le queda más remedio que atenderlas. Ahora ha llegado el momento de agachar la cabeza ante las evidencias y dejar que esa verdad dé la estocada mortal. 

Lo sabía desde el mismo momento en que volvió a encontrarse con Jack. Lo sabía desde siempre. Desde siempre. Desde siempre. Solo era cuestión de tiempo que llegara el día en que ya no pudiera justificar ciertos actos de él que le hacían daño, que siempre se lo han hecho y que despertaban nuevamente las quejas de sus vísceras, aunque ella se liara la manta a la cabeza y se engañara una y mil veces para no admitir que aquello no estaba bien. Por el contrario, cada año que ha pasado ha servido para engordar con pomposidad el falso orgullo de esta falsa amistad. ¡Por Dios, si hasta escribió el relato de su historia como si fuera digna de conservar!

Hoy es el día de lavar los restos del maquillaje, ya no caben más máscaras. Y esta vez, por fin, no solo se ha confesado ante su espejo, sino que se ha confesado ante él. Por eso ya no hay marcha atrás. El resultado de su valentía ha sido el esperado, su vida no es esa película romántica en la que, justo cuando parece que todo está perdido, él se da cuenta de cuanto la ama y vuelve a buscarla. Su vida es de las normales, de las que,ella le quiso siempre y él nunca la quiso. Punto. Solo que en esta ocasión, ella se inventó un camino alternativo al que llamó amistad, que no está mal, pero que debió ser forjado con las mismas ganas por parte de los dos, y en esto, tampoco él invirtió. Esa es la gran verdad que Luan ha estado eludiendo por más que, en ocasiones, las señales de advertencia fueran de un neón chirriante. Aquella vez, cuando se sintió despreciada por él en su pueblo, pareció que había llegado el momento, pero tras diecisiete meses de separación, creyendo ya zanjado el asunto, no sin un pesado duelo, él reapareció. Una vaga justificación a lo ocurrido y el mismo hecho de que fuera él quien la buscara fueron suficientes para que ella volviera a encerrar bajo una campana insonorizada los gritos, los rugidos de sus protestonas tripas.

Todo iría bien si no se dejaba sentir por él lo que había sentido antes, al principio, cuando lo conoció. Lo usaría sin más, igual que parecía él usarla a ella. ¿Cuánto tiempo se puede obligar a un corazón a no latir? 

Lo gracioso es que Luan no entiende por qué lo quiere. Ante su espejo, mientras que observa los húmedos surcos que las lágrimas van horadando en su piel, Luan utiliza su razón para aceptar la estupidez de sus sentimientos. En muchos aspectos él es la antítesis de lo que a ella siempre le ha enamorado de un hombre, pero a ver cuándo se ha visto que el amor sea racional. Que ella lo quiera es igual de irracional que el que él no se haya enamorado de ella. Pero así son las cosas. La cuestión es que eso lo ha tenido siempre asumido, eso ha llegado hasta no importarle. Para Luan todo era compensado por el gran cariño que suponía que compartían como amigos. Se decía que él sentía el mismo orgullo que ella por esa especial relación. Una relación única en su especie, que ninguno de los dos podría repetir con ningún otro. 

Siete meses. Éste ha sido esta vez el intervalo de tiempo que ha durado el espejismo. Siete
maravillosos meses en los que sus encuentros, cargados cada vez de más detalles íntimos, han hecho resurgir con fuerza los sentimientos que ella más ocultos mantenía, incluso ciertos momentos han hecho que albergara hasta esperanzas de que el corazón de él estuviera empezando a mirarla. Procuraba desechar la idea para no llevarse a engaño, pero en lo que seguía mintiéndose con alevósica pasión era en la reciprocidad de esa GRAN amistad. Hasta que llega el día: ¿Cómo un amigo puede dejar que te vayas de su casa y puede permitir que cojas el coche sabiendo que no estás en condiciones para hacerlo? ¿Cómo puede quedarse tan tranquilo? No hay nada que pueda justificar esto. Por más que durante dos días Luan haya querido, no ha encontrado ningún motivo que le ayudara a mantener la falacia. Y, por supuesto, sin poder dar una respuesta a esta pregunta que no sea que él no solo no la ama, sino que no le importa lo más mínimo, se abre la caja de Pandora de los demonios de otras miles de sospechas. Demasiado feas como para ser contadas.

Cinco de noviembre de 2014. Ésta es la fecha que constará en su diario como punto final de una historia a la que llamó Amistad. Se despertó con aún pocas horas de descanso en su maltratado cuerpo escuchando por despertador la agónica respiración que la ansiedad provoca en su pecho. Siente que no puede soportar más la humillación que ha supuesto para ella la última visita que le hizo. Pelea con su necesidad de él, se sabe adicta, no encuentra mejor palabra que exprese lo que le nace al pensar en Jack. Pero son muchos días ya sin que el sueño la repare. O acaba con esto o se volverá loca. Toma el teléfono en sus febriles manos y comienza a teclear un mensaje, breve para todo lo que guarda su alma, pero suficiente para decirle que le ha hecho daño una vez más y que ya no encuentra manera de justificarlo. Lo exonera de culpa, pues hasta sintiéndose despreciada sabe que nadie más que ella es responsable de este engaño, pero debe decir adiós porque continuar la farsa sería despreciarse así misma. Eso es algo que Luan jamás hará, porque a pesar de haber deseado ser especial para él, a pesar de las veces que lo añorará, a pesar de todas las lágrimas que aún deberán correr, a pesar de que maldiga mil veces no haber continuado haciéndose la tonta por disfrutar de sus caricias, hace mucho tiempo que Luan se quiere por encima de todas las cosas. Una vez que ya no queda ningún jirón de tela con la que ocultar la verdad, Luan no tiene ya más remedio que ser fiel a su dignidad. 

Aun así, tardó una hora en apretar el botón que lanzaría aquel mensaje. Lo hizo temblando, casi convulsivamente, llorando sin control y con los pulmones congestionados por el dolor.

Luego, una hora más tarde, se levantó de la cama, se vistió y fue a trabajar. Su trabajo, su felicidad, era, aquel día, todo gris y no sabía cómo hacer para que no se notara el vértigo que no la abandonaba. Decidió desconectar el teléfono, sería lo mejor para no andar mirándolo a la espera de una reacción. No obstante, de repente, se recrudeció su agonia. Supo, sin lugar a dudas, de que él ya había leído su misiva. Se lo confirmó un breve mensaje en el que le decía que hablarían por teléfono más tarde.

Ella sabía que aquella conversación debía producirse. No estaba contenta de haber usado un vulgar mensaje para tratar un asunto tan delicado, le parecía una falta de educación, pero lo hizo así porque si no lo hubiera hecho esa madrugada, igual no se hubiera sentido tan digna a la mañana siguiente. Igual sí, porque la gota ya había colamado el vaso, pero no estaba segura y prefirió no arriesgarse. No obstante, sabía que le debía, que se debía, hacer las cosas algo mejor. Sin embargo, no esperaba que el resultado fuera distinto... y no lo fue.

Las tripas siempre tienen razón. Él no negó cuando ella le habló de la sospecha que tenía acerca de los sentimientos que él albergaba hacia ella. Lo único que acertó a decirle es que "hombre, yo te aprecio", ni siquiera la palabra cariño pudo articular. ¡Aprecio! Eso es todo. 

Volvió a liberarle de cualquier culpa, aunque Luan es consciente de que aunque ella no sepa cómo odiarlo, ni siquiera sepa cómo enfadarse con él, no está tan libre de censura. Quizás nunca la engañó en cuanto a tener un sentimiento romántico por ella, pero él permitió que ella creyera que su amistad era tan grande y hermosa como ella la imaginaba. Él sabía que de no existir esta creencia en ella, todo lo que habían compartido en la cama y todo lo que pensaban compartir no hubiera sido posible. Puede que no sea tan valiente y honesto como Luan para reconocer sus faltas, pero Luan sabe que esto es cierto. Y a pesar de todo, Luan no le guardará rencor. Solo quisiera poder olvidarlo, poder levantarse mañana y olvidar que han existido esos dieciocho años con él de los que antes se pavoneaba con orgullo. Eso es lo único que desea Luan. Aunque sabe que será tan imposible como que él algún día la hubiera querido de verdad.


Luan se mira en el espejo y. esta vez, el pobre está mudo. Ofrece el mismo lamentable aspecto que ella. El aspecto de la decepción. La más profunda. Sin embargo, sus tripas ya no gritan, ya no la muerden desde dentro. Sabe que ha hecho lo correcto. Esta noche dormirá con un dolor hondo acunando su sueño, pero esta noche, por fin, dormirá.

CAP 6: SE DESPERTÓ LA FIERA



¡Qué bien te veo, Luan! Hacía mucho tiempo que no me mostrabas esa sonrisa. Te has puesto en forma, ¿eh? Se nota que ahora vuelves a ser feliz. ¿Recuerdas que hace unos meses te preguntabas si algún día lo volverías a ser o si te habrías vuelto una amargada para toda la vida? Te lo dije, que en el momento en el que volvieses a tu trabajo, te volverían las ganas de vivir. Y ha sido así, ¿verdad? Te han vuelto las ganas de salir a la calle, de hacer deporte, de ponerte guapa y de bailar. Ahora tienes ganas de compartir tus ratos con los demás y has empezado el proceso de retomar amistades que dejaste aparcadas por no cargarlas con tus depresiones y, por supuesto, te han vuelto las ganas de vivir pasiones.

¿No es por eso que estás hoy aquí? ¿Qué pasa? ¿Ya volvemos a las andadas? ¿Quizás te estás empezando a preocupar por repetir errores del pasado? ¿Sientes que aquello que creías haber aprendido tras tu retiro al ostracismo ha sido solo fácil de llevar a cabo mientras que no te has expuesto al peligro?

Anda, no te tortures, chica. Creo que estás exagerando. Y si no, vamos a hacer un repaso… ¿Qué has hecho que creas malo? Tienes la sensación de que desprendes tales cantidades de feromonas que estás atrayendo como un gigantesco imán a una buena parte de los hombres de tu vida. Eso, o que en el Universo se está produciendo una rara alineación planetaria que hace que todos ellos se hayan puesto de acuerdo para volver a tu camino.

Bueno, a algunos los llamaste tú. Quizás después de haberlos puesto del color de la hierba frente a mí, ahora te sientas un poco hipócrita por apetecerte volver a verlos. ¿Es eso? Mira guapa, déjate de tonterías. Poco importa lo que dijeras de ellos. No mentías entonces y tampoco dijiste nunca que los odiases. Por el contrario, tú has sabido siempre ver la parte buena de tus relaciones y, afortunadamente, en la mayor parte de las ocasiones, has perdonado el daño que te hayan podido hacer, has recolocado tus relaciones en la posición que debían tener para que dejaran de ser dañinas, y aún te ha quedado cariño para poder disfrutar de la cordialidad, a veces, incluso de algo más. Pero ten claro que, si antes no hubieras exorcizado tus demonios, jamás hubieras llegado a verlos así. Suerte han tenido, de que yo estuviera aquí para servirte de desahogo. 
 
Eso sí, no prescindas de tus reglas. Que ésas no las olvidas mientras que la vida te muestra la cara dura. En esas rachas, como la que acabas de dejar atrás, te muestras fuerte por necesidad. A mí me preocupa más cuando la vida te regala amaneceres rosados. Ahí comienzas a sentir alas en los pies y te elevas tanto del suelo que me da miedo que en el ascenso olvides tus lecciones. Supongo que eso es también lo que te preocupa a ti, ¿no? ¿Qué ha sido esta vez? ¿O quién?
¡Ah! Ya veo, sonríes de la misma manera que esos días que compartiste lecho con Jack. Él, ¿no? Es él el culpable de que creas estar perdiendo el control. ¡Cuéntame Luan! 

Lo llamaste como prometiste: en el momento en que volviste a tener ganas de sexo. Afortunadamente no estaba enfadado contigo por la prolongada ausencia. Ahora que estás de buen humor, ves esta reacción como algo positivo, hasta la has vestido de respeto a tu deseo de intimidad durante este tiempo. Pero, sinceramente, no le quedó otra. El reencuentro ha sido estupendo. ¡Cómo no! Después de tanto tiempo, y con tu recién estrenada felicidad, ¿no ibas a tener un polvo de muerte? Aunque tienes que reconocer que él sabe tocarte de un modo que te hace enloquecer. Lo malo de que esto sea así y de tener tanta hambre atrasada es que te ha colmado cuando lo has visto, pero ha abierto el pozo sin fondo que es tu sexualidad y poco puedes hacer para que cualquier otro te satisfaga de la misma manera. Y mira que no han sido pocos los que en esa conjunción cósmica han vuelto a llamar a tu puerta en las últimas semanas. ¡Ni te lo crees! Te lo has pasado realmente bien jugando con ellos. Cada vez que lo piensas, sonríes. Sabes que lo mejor de todo es que has manejado con superioridad todas las situaciones. Te has visto muy por encima de ellos. Liberada de las emociones que a ellos te ataron alguna vez, ahora has disfrutado de tu sensualidad y del efecto que sigues causándoles. Liberada del amor que te enganchó y que  más de una vez te sometió, te sientes poderosa, casi una diosa griega. Pero te da miedo lo que te pasa con Jack, ¿no? 

Piensas que quizás hayas sido injusta, que igual lo que pensaste de él, aquel email que estuviste a punto de enviar estuviera totalmente equivocado. Piensas que quizás por eso no lo llegaste a enviar. Y es que ha estado especialmente cariñoso, ¿verdad? Os habéis visto en un par de ocasiones y, al margen de gemidos y fluidos lujuriosos, también ha habido mimos deliciosos. Piensas que quizás la que ha provocado que vuestra relación nunca haya sido otra cosa, has sido tú misma. Y, porque a nadie le amarga un dulce y en esos momentos te has dejado acoger en sus brazos, hasta fantaseas con qué pasaría si pudierais ser ese algo más que nunca habéis sido. 

Entonces, bajo estos influjos que el buen sexo te deja, le mandas mensajes cargados de erotismo y algunos en los que también le regalas algún sentimiento más profundo. Él contesta, pero no tan efusivamente como tú, por supuesto. A tus parrafadas siempre contesta con un “me encanta”, o algo similar. Lo suficiente para inflar tu ego literato y para inflamar tus partes bajas.
Pero hace unos días te enfadaste contigo misma porque no paras de pensar en él. Porque no dejas de mirar su última actividad registrada en su what´s app e imaginas con quién estará chateando a tales horas,  o que debe estar con alguna chica si ves que no tiene actividad durante un largo periodo de tiempo. ¿Qué pasa? ¿Es que estás celosa? ¡Caramba, chica, para ser alguien que no es muy prolijo hablando de sí mismo, siempre consigue que acabes confusa! 

Ése es el problema. Justamente ése es siempre el problema. La falta de información. Mira, Luan, no estás celosa, cariño, tranquila. A poco que lo pienses te darás cuenta de que el que hayas fantaseado con ser algo distinto para él, no se basa en él en sí, sino que te apetecería que esos ratitos tan dulces fueran más habituales en tu vida de lo que lo son, pero igual te pasaría si el que estuviera a tu lado fuera otro. Si te paras a pensar en él fuera del ámbito de vuestros encuentros, no encontrarás razones para desear tenerlo como pareja. Porque en realidad, sigues sin conocerlo, a pesar de todos los años pasados, no lo conoces; y él a ti tampoco (bueno, para ser honestos os conocéis muy bien, pero en un terreno muy limitado),  y no has sido tú la que ha provocado que esto sea así. En todos estos años, nunca él propuso algo diferente y, por el contrario, una vez que  pensó que tú deseabas otra cosa, recibiste un rechazo velado e inmerecido, pues ni siquiera era cierto que lo desearas. No has sido nunca injusta. Analizaste los hechos con la información que tenías a tu alcance, que tampoco es que tuvieras mucha, sufriste decepción, comprendiste y reajustaste los términos de vuestra amistad para poder continuarla, apreciando además lo que te aporta.  Os podéis permitir ser cariñosos, porque mal andaríais si a estas alturas no pudierais sentiros orgullosos de haceros tanto bien cuando os encontráis. No son celos lo que sientes, lo que te pasa es más… animal.  Ahora que despertó a la fiera, te da miedo que se enamore o se encoñe con otra, pero no porque te importe eso, sino porque si eso ocurre, la probabilidad de que él tenga ganas de hacer kilómetros para acostarse contigo será bastante menor. Así de simple, Luan. Porque eres consciente de que, mientras que el amor no ciegue tus sentidos, no habrá ningún otro hombre que te satisfaga como lo hace Jack. 

Mejor, ¿verdad? Te lo noto. Necesitabas encajar en su correcto lugar tu actitud de estos días. Pero no vale solo con eso, nena. Me alegro de que se haya despertado tu infinita pasión, sigue siendo una pantera salvaje y necesitabas dejarla escapar de la prisión de abstinencia a la que la habías condenado. Sin embargo, debe aprender a regresar a casa. Debe dormir y descansar cuando corresponde para que no tengas que dejarlo todo para perseguirla. Sabes bien lo que te digo. No la conviertas en un peligro para el resto de lo que te hace feliz.  Sabes perfectamente lo que tienes que hacer, así que hazlo. Jack volverá a darte lo que tanto te gusta porque a él también le gusta lo que tú le das, pero relájate, no importa que no sea a menudo, probablemente es tan bueno lo que tenéis porque nunca ha sido una rutina. No rechaces todo lo bueno que otros están deseando ofrecerte aunque pienses que no hay comparación. Sabes bien que la clave del placer está en la mente que la percibe, y tienes muchos motivos para disfrutar de lo que viene.  Disfruta de tus días, de tu trabajo, que, no lo olvides, esto es lo que verdaderamente te llena sin dejar resquicios.